Si tuviera que enumerar las veces que he espetado esta expresión, me faltarían pelos en la cabeza... Y el denominador común: el alto porcentaje de incumplimiento y pisoteo de las palabras de esta divaza de la filmografía clásica.
Ayer, debido a esa recopilación de enseres que supone iniciar una "atadura" indefinida con tu pareja, y que parece legitimar a nuestras santas madres a que despojemos sus casas de todo rastro de nuestra existencia para apresurarse a aprovechar espacios vacíos, recuperé una de esas cajas donde almacenaba los anales de mi adolescencia. Mis diarios. Temblaría cualquier ego blogger con esas retahílas sobre amores y desamores, recuerdos de excursiones y viajes, recortes de VOGUE, ELLE, COSMOPOLITAN, RAGAZZA (¿la recordáis?)y otras tantas revistas adolescentes cuya compra suponía bastantes estragos en mi paga... Eso sí que era "cortar y pegar"... Pero al modo tradicional...
Después de dos nostálgicas horas de orgullosa lectura, tuve otro brote de férreo e incipiente compromiso: Empezar un blog. Y dentro de ese escueto porcentaje de "ADPPT" cumplidos, aquí estoy. Dispuesta a dejar constancia de algunos otros capítulos de mis anales, a continuar esa estela de palabras vomitadas que, en la era de las redes sociales y los blogs, no encuentran ya un hueco en un viejo cuaderno customizado.
A futuros destinatarios, os advierto que este blog no es apto para personas ñoñas ni de espíritu ensoñador. No quiero un blog de flores y corazones (huy! eso me suena a 50 Sombras). ADPPT.
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